Vegetarianas, veganas, crudiveganas, paleo, alcalinas, disociadas,… ¿De cuántas dietas has oído hablar? ¿Realmente existe una dieta que funcione para todo el mundo? Y en caso afirmativo, ¿cuál sería?
Cuando hablamos de “dieta” no nos referimos a un “régimen para adelgazar”, sino a un hábito alimenticio, un tipo de alimentación que la persona sigue de manera continuada en el tiempo. Podría decirse que es una forma de alimentarse a lo largo de la vida.
Empezando por la dieta «mediterránea», siguiendo con la vegetariana hasta llegar a la dieta paleo, tenemos un abanico muy amplio de posibilidades a escoger. Cada uno de nosotros escogemos un tipo de dieta según diferentes aspectos: educación, ética, salud, placer, inercia,… ¿Pero estamos siguiendo la dieta correcta?
Vamos a analizar las dietas más populares para descubrirlo.
Dieta vegetariana
Es aquella que selecciona únicamente los productos de origen vegetal, es decir, excluye los alimentos de origen animal. Puede ser menos estricta si incluye huevos y lácteos, llamándose así dieta “ovolacto-vegetariana”.
Cuando no se incluye ningún producto de origen animal (carne, pescado, huevos, lácteos o miel) encontramos una dieta 100% vegetariana. ¿Qué comen estas personas? Todo lo demás: verdura, hortalizas, semillas, frutos secos, cereales, legumbres y fruta.
Esta dieta puede ser saludable, pero no necesariamente, ya que podría desencadenar carencias nutricionales si no se incluyesen suficientes verduras y alimentos fermentados.
Dieta vegana 100% vegetariana
En realidad referirse al veganismo como una dieta está mal planteado, ya que la dieta que sigue un vegano es la misma que un vegetariano estricto, la diferencia reside que además el vegano lleva un estilo de vida en favor de la libertad animal, en el que no utiliza nada que haya sido fruto de algún tipo de explotación o maltrato a este género.
Por razones éticas o medioambientales no usará productos testados en animales (geles o cosméticos,…), no comprará calzado de piel o textiles de piel de animal, no asistirá a corridas de toros, ni a circos, ni financiará de ningún modo a empresas que exploten a los animales. Más que una dieta, por tanto, es una filosofía de vida.
Dieta crudivegana
En esta dieta no se cocinan los alimentos por encima de 42ºC y tampoco se incluye soja y gluten.
Hay muchas variantes dentro de esta dieta, pero en general se rechaza el consumo de productos procesados, refinados o demasiado desnaturalizados, por lo que se priorizan las ensaladas y las técnicas de fermentación, germinación y deshidratación a la hora de elaborar recetas.
Dieta orgánica
Como su nombre indica, esta dieta consiste básicamente en ingerir alimentos orgánicos.
Esto significa excluir productos procesados, químicos, aditivos, pesticidas, fertilizantes, hormonas, transgénicos…
Dieta hipocalórica
Esta dieta es o debe ser en realidad un régimen temporal destinada a bajar de peso. Para ello se reduce y controla el número de calorías que se consumen.
Esta es una dieta básicamente de adelgazamiento y una de las menos recomendables a largo plazo, ya que lo ideal es que se reduzcan las calorías, no los nutrientes. Normalmente se recupera el peso perdido al finalizarla, porque una dieta destinada a ser temporal está condenada al fracaso si no se planifica adecuadamente.
Dieta mediterránea
Se denomina así la dieta basada en consumir alimentos propios de las regiones costeras que lindan con el Mar Mediterráneo, como es la parte Este de España o la costa italiana.
En ella se rebaja la cantidad de carne e hidratos de carbono y se fundamenta principalmente en pescados, verduras, frutas y como producto estrella está el aceite de oliva, que sustituye al de girasol o a la mantequilla.
Con esta dieta se corre el riesgo de que se reduzcan los niveles de calcio y hierro si no se incluyen suficientes verduras de hoja verde.
Dietas disociadas
Dentro de este tipo existen diferentes variantes, pero todas comparten la misma premisa: cada grupo de alimentos requiere diferentes tiempos de absorción, diferente pH (más ácido o alcalino) y diferentes enzimas para su digestión.
Al combinar alimentos se generan condiciones intermedias que no favorecen a ningún grupo. Como resultado se pueden sufrir problemas digestivos y acumular grasa.
Dieta paleolítica (paleodieta)
Se fundamenta en el estudio de los restos fosilizados de nuestros ancestros, que reflejan cómo la agricultura perjudicó nuestra salud. Perdimos altura y nuestro cerebro se hizo más pequeño. Los restos neolíticos reflejan más signos de malnutrición, como anemia, y más problemas bucales, como caries. Tiene mucho en común con la dieta cetogénica, pero existen diferencias.
Los seguidores de esta dieta seleccionarán todos aquellos alimentos que eran consumidos por nuestros antepasados los hombres de las cavernas. Una alimentación compuesta fundamentalmente por plantas silvestres y animales salvajes.
La ventaja de esta dieta es que resulta casi siempre en pérdida de peso, en buena parte por su poder saciante y la mejora metabólica, de perfil lipídico, sensibilidad a la insulina y presión arterial.
Una de las desventajas es que resulta bastante cara, ya que hay que dar preferencia a adquirir carnes de calidad y, como hemos dicho antes, tampoco es una dieta universal que todo el mundo deba seguir sin distinción, ya que es posible que a algunos individuos por su constitución no se beneficien de esta forma de alimentarse.
Dieta alcalina
El razonamiento principal de esta dieta es que muchos de los alimentos que comemos son ácidos, y por tanto acidifican la sangre, desbalanceando el pH del cuerpo y dando lugar a todo tipo de enfermedades, como osteoporosis y cáncer. De ahí la recomendación de consumir fundamentalmente productos alcalinos.
Esta dieta no tiene base científica. Utiliza pseudo-ciencia y asociación de ideas. Es uno de esos conceptos que parecen lógicos en la superficie (como que al comer grasa acumulas grasa), pero que al profundizar te das cuenta de que está equivocado.
Tenemos 3 mecanismos principales para controlar el pH en sangre que, si funcionan correctamente, se mantendrá en su rango adecuado, independientemente de lo que se coma.
Dietas terapéuticas
Las dietas terapéuticas diseñadas para personas con determinadas dolencias, como la dieta libre de gluten para la enfermedad celíaca o la dieta baja en sodio para las personas que sufren hipertensión en realidad son parches que se limitan a tratar la consecuencia de un problema que se esconde detrás.
¿Cuál es entonces la mejor elección de dieta?
Para empezar, cualquier dieta para que sea saludable debería incluir todos los nutrientes necesarios para que el organismo funcione correctamente. Si no fuera así, nos veríamos obligados a recurrir a la suplementación. Por lo tanto, todas las dietas pueden ser equilibradas o desequilibradas.
Pero aún hay más. Y es que no todo el mundo tenemos la misma genética ni estamos preparados para llevar, por tanto, a buen puerto cualquier dieta.
Existen personas que tendrán éxito con una dieta vegetariana (prescindiendo de la carne y el pescado), otros sin embargo pueden encontrar su mapa del tesoro siguiendo una dieta típica mediterránea, y otros pueden sentirse realmente bien incluyendo carne en su dieta.
Para determinar la dieta ideal de cada individuo es necesario hacer un estudio de su constitución genética, alergias, desequilibrios y objetivos que espera lograr. Por lo que es recomendable que sea un profesional quien determine las pautas a seguir.
Todas las dietas pueden ser equilibradas o no serlo. Ninguna de ellas es perfecta en sí misma si no se incluyen todos los nutrientes que el organismo precisa. Por lo que cualquier dieta requiere una planificación para que resulte saludable.
Ponerte una etiqueta y seguir una dieta universal puede encasillarte y no hacer que te des cuenta de que quizá estés siguiendo el camino equivocado.
Lo ideal es seguir un tipo de dieta adaptada a ti como individuo único, por lo tanto NO existe una sola dieta ideal, sino que cada uno deberá encontrar la suya.