La enfermedad no llegó al mismo tiempo que la humanidad, por lo menos no como la entendemos hoy. ¿Quieres conocer el origen de tu enfermedad? Este artículo te desvelará muchas cosas.
En mis años dando clase, he comprobado que existe mucha confusión con respecto a los términos a los que se refiere la palabra “enfermedad”. Por ello veo necesario aclarar primero los conceptos para que así resulte más sencillo entender cómo funciona nuestro cuerpo y cómo, a diferencia de lo que muchos creen, no se “rompe” o empieza a funcionar mal de repente así como así.
Los primeros síntomas de una “enfermedad”
En el ámbito de la salud, un síntoma es la expresión de un estado anómalo, es decir, la consecuencia de un fenómeno que se está manifestando en un cuerpo. Es la forma que tiene el organismo para indicar que algo lo ha dañado y está haciendo lo posible por solventarlo.
Lejos de lo que pueda parecer, cuando notemos los primeros síntomas de molestia (sea cual sea su manifestación) no debemos percibirlos como una señal de alerta y acudir inmediatamente al médico. Lo más inteligente es primeramente hacer recapitulación de qué se ha ingerido, qué se ha hecho o a qué se ha estado expuesto recientemente para poder determinar la causa que provocó el síntoma.
El síntoma no hay que verlo como el mal en sí, sino una consecuencia de algún daño producido. Por ejemplo, una persona puede decir que le duele la cabeza (síntoma) pero el daño no tiene por qué estar en la cabeza, ya que podría ser debido a un problema del hígado. Si nos enfocamos sólo en el síntoma e intentamos erradicarlo, seguirá apareciendo una y otra vez, porque el mal (la causa que lo provoca) seguiría existiendo.
Diferencia entre patología y enfermedad
La palabra patología se refiere al ‘conjunto de síntomas de una enfermedad’, de acuerdo con la Academia. En rigor, la gripe A es una enfermedad, cuyas patologías serán sus síntomas respectivos: fiebre, tos, dolores musculares o malestar general.
Patología no es sinónimo de enfermedad, ya que la enfermedad engloba una serie de patologías consecuencias de ésta.
Diferencia entre síndrome, trastorno y enfermedad
Se trata de palabras con mucha fuerza que a nivel popular acostumbran a asociarse a la falta de salud y los problemas en el organismo. Sin embargo, eso no significa que sean sinónimos.
Enfermedad
Una enfermedad se conoce como un estado insano que se manifiesta por un lado en un conjunto de síntomas y por otro en una alteración corporal, algún cambio reconocible en el cuerpo o bien puede ser producida por una causa biológica conocida.
Síndrome
Un síndrome es un conjunto de síntomas que se dan juntos de forma cíclica y se manifiesta de forma típica y frecuente, pero no tiene por qué tener una causa ni desarrollarse a la vez que alteraciones anatómicas, como sí lo hace la enfermedad.
Trastorno
En términos genéricos, por trastorno puede entenderse simplemente una alteración del estado de salud normal. Muchas veces el término trastorno se utiliza como un modo más laxo de referirse a la enfermedad en aquellos casos en los que las causas no están muy claras o bien los desequilibrios bioquímicos asociados son un producto de una dinámica de interacción entre la persona y su entorno.
De este modo, el concepto de trastorno sirve simplemente para describir las señales del estado de anormalidad y de alteración de la salud en el que se encuentra una persona, que bien pudiera ser puntual. Por el contrario, una enfermedad señala una relación de causalidad, porque incluye las causas concretas de la falta de salud.
Diferencia entre enfermedad, lesión y traumatismo
Actualmente, no existe una regla fija para distinguir entre ellas, y esto es un error muy grave.
Las incapacidades resultantes de traumatismos o de un incidente específico se clasifican generalmente como lesiones, mientras que las que resultan de la exposición a lo largo del tiempo se clasifican más comúnmente como enfermedades.
Por ejemplo, las torceduras y distensiones se clasifican como lesiones. Análogamente, la dermatitis se clasifica como enfermedad. Las quemaduras causadas por un único incidente de exposición química pueden clasificarse como lesiones. Sin embargo, la incapacidad causada por la absorción gradual de agentes químicos se clasifica como enfermedad.
Uno puede sufrir los mismos síntomas en ambos casos (tras una lesión o síntomas producidos por una enfermedad) pero si no se determina la causa que ha provocado el daño, no podemos saber si se trata de una lesión o de una enfermedad, y este error de base es la razón por la que existan enfermedades para las que supuestamente no existe cura.
Traumatismo
Se puede decir que un traumatismo es una dolencia del organismo que causa afectación en un órgano, extremidad o en el organismo en general y suelen aparecer de forma repentina. Por ejemplo, las lesiones sufridas en el cerebro tras un accidente de coche se denominarían traumatismo.
Diferencia entre enfermedad aguda y enfermedad grave
Muchas veces, producto de un traumatismo puede aparecer lo que se denomina una “enfermedad aguda”, la cual va generando deterioro profundo y veloz del organismo en general o de una parte de él.
La enfermedad aguda también puede ser causada por un organismo patógeno como parásitos y presenta síntomas observables de forma inmediata. En la mayoría de los casos, las enfermedades agudas suelen desaparecer con la aplicación de los tratamientos requeridos. Las enfermedades agudas son afecciones que pueden ser más o menos peligrosas para la salud general, pero que comienzan y terminan en poco tiempo y se resuelven ya sea con la curación total a partir de tratamientos específicos o en casos menos deseables con la muerte del paciente.
Un ejemplo podría ser la rabia que aunque se pueda pensar que ya está erradicada, mueren todos los años más de 50.000 personas en zonas de Asia y África. La mortalidad es muy alta, pero la rabia solo se adquiere por mordedura de un animal, no se transmite entre seres humanos y por tanto es un organismo que no está adaptado al hombre. Solo te puedes infectar de rabia por mordedura o arañazo de un animal rabioso.
Existen a su vez patógenos que pueden realizar algunos ciclos de transmisión entre personas y causan algún brote ocasional, pero que desaparecen muy pronto. Por ejemplo el ébola, que produce brotes muy esporádicos de fiebres hemorrágicas. El virus está “almacenado” o “escondido” es algún tipo de murciélago africano y, probablemente a través de los monos, puede llegar a infectar al hombre.
Enfermedades Crónicas
Las enfermedades crónicas son aquellas que se desarrollan de manera gradual y progresiva generalmente durante un largo período de tiempo. Suele presentar síntomas y signos en las primeras instancias pero éstos suelen ser intermitentes por lo que en las primeras etapas de la enfermedad no suelen ser diagnosticadas. Con el paso del tiempo y a medida que la enfermedad avanza en el organismo los signos y síntomas se hacen cada vez más frecuentes y es cuando se pasa a la etapa de diagnóstico para proceder a aplicar los tratamientos necesarios. Los pacientes afectados por enfermedades crónicas pueden tardar meses o incluso años para recuperarse pero en muchos de los casos, la persona muere producto de las afecciones prolongadas del organismo o de algún órgano que trae como consecuencia el deterioro general del cuerpo.
Las enfermedades crónicas suelen estar producidas por intoxicaciones paulatinas a lo largo de la vida y malos hábitos.
Como se puede apreciar, existen diferencias importantes entre las enfermedades agudas y crónicas las cuales en resumen son:
- Las enfermedades agudas aparecen de forma repentina y los síntomas y signos pueden ser muy intensos, mientras que en el caso de las enfermedades crónicas, éstas se desarrollan de forma gradual y los signos y síntomas van empeorando a medida que la enfermedad se desarrolla en el organismo.
- Las enfermedades agudas suelen desaparecer de forma rápida con el tratamiento adecuado mientras que las enfermedades crónicas suelen requerir mayor tiempo de tratamiento para lograr la recuperación total.
Nuestros antepasados no enfermaban como ahora
Después de conocer todo esto, lo más coherente sería aplicar a las enfermedades agudas causadas por parásitos criterios y tratamientos distintos que a las enfermedades crónicas originadas por intoxicaciones.
Nuestros antepasados cazadores-recolectores podían padecer lo que se puede considerar enfermedades aguda, que, o bien les hacía morir rápido o bien podían sobrevivir, y normalmente las ocasionaban parásitos.
Más adelante, la población enfermaba a consecuencia de epidemias, concebidas durante milenios como actos de castigo divino que podía aniquilar a grupos enteros de población. Estas enfermedades infecciosas en humanos tienen algo en común y es que poseen su origen en parásitos o toxinas, por lo tanto también pueden considerarse “enfermedades agudas”.
Todo este tipo de “enfermedades” tienen en común que la muerte es segura y rápida casi en el 100% de los casos. Sin embargo, la enfermedad que conocemos hoy día, una vez se diagnostica, la persona puede morir a consecuencia de esta o puede incluso no morir. En el caso de fallecer, lo haría pasados meses o incluso años tras ser diagnosticado. Por lo tanto, está de más decir que existe una diferencia bastante notable y evidente entre las enfermedades que padecían nuestros antepasados y las que padecemos hoy. Es injusto denominarlas con término similar ambas patologías cuando es evidente que no se trata de lo mismo.
El origen de la enfermedad
Curiosamente, antes del advenimiento de la agricultura, hace unos 11.000 años, no existían enfermedades prolongadas, de degeneración orgánica o vejez incapacitante como la que sufre nuestra sociedad moderna.
Anne Hardy, profesora de Historia de la medicina en el Wellcome Trust Centre de la Universidad de Londres, sostiene que “la humanidad empieza a enfermarse verdaderamente cuando las sociedades se asentaron”. Fue cuando empezamos a labrar la tierra, a establecer aldeas y pueblos y, particularmente, cuando nos empezamos a organizar en ciudades y estados que la enfermedad emergió y empezó a afectar sociedades, explica la experta.
Las enfermedades modernas o crónicas probablemente se originaron en el momento en que los humanos empezaron a domesticar animales, y nació con ello la ganadería (la entrada de los lácteos y el cultivo de cereales).
Según numerosos estudios, entre las enfermedades de las poblaciones humanas productoras de alimentos modernas hay unas que sólo pudieron haber surgido en algún momento de los últimos miles de años.
Según Chris Dye, epidemiólogo de la Organización Mundial de la Salud, estamos en un mundo repleto de organismos que viven de otros. Por lo tanto, podemos afirmar que somos vulnerables de contraer parásitos y padecer una enfermedad aguda, pero lo que sí podemos evitar es padecer una enfermedad degenerativa o enfermedad crónica cuya causa es algo que depende en el mayor de los casos de nosotros mismos.
La degradación celular fruto de la dieta y el estilo de vida da lugar a enfermedades crónicas.
Cuando nos enfrentamos a una enfermedad crónica o el diagnóstico de una enfermedad autoinmune, es fácil preguntarse “por qué yo”. Esta pregunta tendría sentido si la enfermedad se debiera a causa de un parásito o toxina (enfermedad aguda) porque habría sido seguramente mala suerte. Al igual que si nos caemos o tenemos un accidente de tráfico, se trataría de una desgracia. Sin embargo cuando se debe a una degradación celular, el desarrollo de un trastorno autoinmune u otra enfermedad crónica, la verdad del asunto es que no hay “algo” que influya, sino que el origen por mucho que pese, está causado por uno mismo que ha hecho caso omiso a los mensajes del propio organismo.
Las causas de la enfermedad (crónica)
Muchas veces las personas quieren darle al cuerpo lo que éste necesita y sin embargo caen enfermas. La razón de esto es que desconocían lo que el cuerpo necesitaba. La confusión es muy grande, demasiada información, demasiados criterios, y a veces no sabemos qué caminos es el mejor.
Voy a intentar aclarar todo esto para que esta situación deje de darse y podamos de una vez por todas entender a qué son debidos nuestros malestares y cómo erradicarlos.
Existen varios aspectos del entorno que interactúan con los genes para crear un estado de salud o enfermedad. Desde este prisma, existirían 5 posibles factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad, en el caso de no ser producida por parásitos:
- Deficiencias de nutrientes
La salud óptima requiere micronutrientes, es decir vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales en su dieta. Las dietas mal planteadas carecen de las vitaminas y minerales que el cuerpo necesita para prosperar.
Normalmente la mayoría de dietas poseen insuficiente micronutrientes, y está asociada con tasas más altas de cáncer, diabetes, presión arterial alta, enfermedades del corazón y la esclerosis múltiple.
- Sensibilidad a los alimentos no reconocidos
La sensibilidad al gluten es la sensibilidad a los alimentos más comunes en la sociedad occidental, y sin embargo el 90% de nosotros no somos conscientes de ello.
Sensibilidad a los alimentos son a menudo una parte invisible de muchas enfermedades, incluyendo problemas psicológicos, problemas neurológicos, problemas autoinmunes, erupciones en la piel, asma, alergias y más.
Una de las soluciones para muchas personas que padecen un problema crónico de salud, es llevar una dieta libre de gluten durante un mes.
- Sobrecarga de tóxicos
Hoy en día, nuestro entorno está lleno de contaminación y venenos excretados por vehículos, fábricas, plásticos en nuestros hogares, los empastes dentales de mercurio, los aerosoles químicos agrícolas, los desodorantes, los champús, los utensilios de cocina, la ropa, las joyas, los envoltorios de cocina y un largo etcértera.
Estos productos químicos interactúan con nuestras células, las señales que se envían entre las células, y con nuestras mitocondrias, interrumpen la función normal y aumentan la inflamación.
Estos tóxicos aumentan tanto la probabilidad de contraer una enfermedad crónica como la severidad de los síntomas de esa enfermedad. La reducción de su exposición a los plásticos, solventes y metales pesados nos ayudaría a alcanzar y mantener una buena salud, así como la voluntad de llevar una dieta sin tóxicos a la vez que propicia la mejora en el procesamiento y eliminación de estos tóxicos.
- Exceso de estrés
El estrés, aunque es un mecanismo para la vida (para evitar la disolución de huesos y músculos), el que sufre la sociedad de hoy en día no beneficia en nada al bienestar corporal. El estrés crónico altera el equilibrio hormonal y aumenta la inflamación en general.
- La falta de ejercicio
Nuestros antepasados caminaban 3 a 9 millas en promedio cada día, y nuestro cerebro y cuerpo esperan de nosotros que nos movamos a diario. Actividad física insuficiente a lo largo de toda la vida afecta en gran medida las posibilidades de desarrollar demencia antes de los 60 años. El ejercicio regular también puede mejorar el estado de ánimo y reducir la inflamación en el cuerpo.
- Sueño inadecuado
Hay muchos estudios que vinculan la calidad y duración del sueño para el mantenimiento de la buena salud. Dormir adecuadamente es importante en el manejo del estrés, reduce la fatiga, el equilibrio hormonal y la promoción de la salud celular.
El sueño es la oportunidad del cuerpo para sanar y crecer. No recibir 7 a 9 horas de sueño por noche interrumpe en gran medida la biología normal. Incluso si se piensa que prospera con menos de 7 horas, el cuerpo paga un alto precio y se vuelve más susceptible a un ataque al corazón, la obesidad, la diabetes, la pérdida de memoria temprana, y las cuestiones autoinmunes.
El momento de dormir también es importante, siendo mucho más reparador un sueño iniciado a las 22:00, que otro que comience a las 00:00 o más.
- Equilibrio genético (ADN)
Cada uno tiene una mezcla única de enzimas cortesía del ADN que hemos heredado de nuestros padres. Es la interacción entre estas enzimas y nuestras opciones de dieta y estilo de vida es lo que determina qué enfermedades crónicas vamos adquiriendo.
El consumo de una dieta adaptada a nosotros, reduce el riesgo de alergias a los alimentos.
Cuando la culpa la tiene uno mismo
Aunque duela la verdad, en última instancia, son nuestras opciones de dietas y estilos de vida las que provocan nuestras propias enfermedades.
La salud, la abundancia de energía, la alegría y la mente clara y lúcida, solo podemos obtenerla dándole al cuerpo lo que precisa para desarrollarse de forma óptima. De lo contrario, más tarde o más temprano, aparecerán problemas como fatiga, confusión mental, dolor y otras molestias físicas. Síntomas que equívocamente achacaremos a la mala suerte o al castigo divino.
La enfermedad comienza con la química rota en nuestras células, que surge de nuestras opciones de dieta y estilo de vida. Descuidate hoy e inevitablemente lo pagarás mañana.